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as enfermedades infecciosas en Colombia han mostrado comportamientos distintos en cada momento histórico. A comienzos de siglo la deficiente calidad del agua, la falta de alcantarillado y de servicios para la eliminación de desechos y los escasos conocimientos acerca de las enfermedades transmisibles, dieron lugar a altas tasas de morbilidad y mortalidad en la población. En las siguientes décadas, la ampliación de los conocimientos permitieron un mejor manejo de los agentes biológicos causales de estas enfermedades. El modelo de desarrollo adoptado por el país, junto con la industrialización produjo un cierto grado de progreso en medio de la pobreza e inequidad, y se acompañó en los años 60 y 70 de una inversión social que permitió una mejor calidad de vida, la implementación parcial de los servicios públicos, en especial en los medios urbanos, como el alcantarillado, el agua potable y la disposición de desechos, que atienden a una población significativa, así como mejores condiciones higiénicas. A esto se agregaron las campañas y programas de vacunación, los programas de atención primaria dirigidos a prevenir, detectar y tratar oportunamente las enfermedades infecciosas. Una consecuencia clara fue el mejor control de las enfermedades transmisibles que ocasionaban la más alta mortalidad en la población infantil (1-4).
Actualmente Colombia se encuentra en procesos y enfrenta retos que pueden incidir de manera directa sobre los logros alcanzados con respecto a algunas enfermedades transmisibles, o agravar la situación de otras cuyo control ha sido esquivo por largo tiempo. Entre aquellos se cuentan los procesos de descentralización y la reforma del sector salud que han conducido a la reubicación de la atención primaria y de la salud pública, dando lugar a deficiencias en las coberturas y en la oportunidad del control, y vacíos con relación a las responsabilidades que deben tener las entidades estatales y el sector privado en el propósito de reducir las enfermedades transmisibles. A continuación se presentan la evolución y situación recientes de las enfermedades transmisibles, para contar con un punto de referencia en el análisis de las transformaciones futuras.
EDA, IRA E INMUNOPREVENIBLES
En Colombia, la mortalidad ocasionada por el conjunto de las enfermedades transmisibles ha presentado un significativo descenso desde la década del 80 y mantiene aún este comportamiento (1). Este descenso ha sido ocasionado principalmente por la caída de la mortalidad provocada por el grupo de las enfermedades inmunoprevenibles, la enfermedad diarreica aguda-EDA y la infección respiratoria aguda-IRA (Figura 1). Sin embargo, a pesar de los logros alcanzados en las dos ultimas décadas, las enfermedades transmisibles siguen siendo un problema de salud pública.
Fuente: Ministerio de Salud
La mortalidad por enfermedades intestinales y por EDA descendieron durante el período indicado. Así mismo, la tasa de mortalidad en menores de 5 años cayó de 51 a 40 por 100 mil habitantes, entre 1988 y 1995 (2).
En el caso de la IRA la mortalidad en la población general también descendió, mientras que no ocurrió lo mismo con la mortalidad por neumonías que se mantuvo relativamente constante.
Es necesario remarcar que el descenso de la mortalidad ocasionada por la EDA y la IRA está en gran parte determinado, además de los aspectos ya mencionados, por los diferentes programas especialmente dirigidos a la población infantil como los de rehidratación oral, vacunación, nutrición, participación comunitaria y administración de medicamentos (3,4).
ENFERMEDADES TRANSMITIDAS POR VECTORES
Las enfermedades de transmisión vectorial especialmente Dengue y Malaria, han registrado tendencia al aumento en la presente década. Aumentó también el número de cuadros clínicos más severos y la exposición en áreas geográficas que registran transmisión de estas enfermedades (4).
Dengue
El comportamiento del Dengue Clásico y el Dengue Hemorrágico muestran incremento a partir de 1997, se acentuó en 1998, con incidencia casi epidémica que triplicó el número de casos con respecto al año anterior. En 1998 se notificaron 57 956 casos de Dengue Clásico y 5 171 casos de Dengue Hemorrágico (5).
El 73 % de casos de Dengue Clásico se registraron en Antioquia, Valle, Santanderes, Quindío y Huila; las mayores tasas de incidencia se dieron en Arauca, Quindío, San Andrés, Huila, Norte de Santander, Casanare, Antioquia, Putumayo, Cundinamarca y Caquetá, con tasas entre 339 y 4 500 por 100 mil habitantes urbanos. En cuanto al Dengue Hemorrágico, el 62 % de casos y las mayores tasas de incidencia se registraron en Santanderes, Antioquia y Valle (5).
Igualmente se verificó una dispersión del Dengue en el territorio nacional. El número de municipios con Dengue Hemorrágico en 1997 fue de 186 (16 % del total), aumentando a 302 (28 %) en Septiembre de 1998 (6). La circulación documentada de los serotipos 1,2 y 4 del virus del Dengue (2) y la ampliación de los hábitat del Aedes aegypti, con criaderos en lugares domiciliarios donde se almacene agua limpia y agua lluvia, brindan condiciones que favorecen la persistencia de la endemia y la presentación cíclica de picos epidémicos de Dengue Clásico y Hemorrágico. Además de la adaptación del vector de 1 000 metros sobre el nivel del mar a 2 200 en la actualidad.
Fiebre Amarilla
La Fiebre Amarilla es considerada una enfermedad re-emergente en los países donde se había logrado su control (7). Factores como el desplazamiento poblacional por la violencia, la explotación de selvas, el narcotráfico y fenómenos climatológicos, son factores que contribuyen al aumento de su incidencia. En Latinoamérica se comportó como enfermedad re-emergente en 1997 y 1998.
En 1907 se presento el último brote urbano en Santander. Actualmente la transmisión sólo se realiza a nivel selvático. Desde 1975 hasta 1995 (3) se registraron 174 casos, de los cuales sólo 166 están documentados por exámenes histopatológicos, observándose una franca tendencia a su disminución. Durante 1997 se presentaron 6 casos, de los cuales 2 no pudieron ser confirmados; en 1998 sólo se confirmo 1 de los 7 sospechosos (5). Las regiones más afectadas son las del piedemonte llanero, Magdalena Medio, región del Catatumbo, Orinoquía y Amazonia.
Malaria
Con la campaña (8) de erradicación de 1956 se consiguió reducir el área malárica en el territorio colombiano y para 1962 las localidades positivas se habían reducido en un 59,9 %, en relación con 1959.
Actualmente factores como la migración a las zonas selváticas, la siembra de cultivos ilícitos, la resistencia al DDT por parte de los vectores, la falta de continuidad en los programas de control, las deficiencias en la vigilancia epidemiológica, las condiciones socioeconómicas de la población en riesgo y los problemas de orden público, producen incremento de la incidencia en los últimos años y el aumento de las áreas de transmisión malárica.
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